martes, 4 de noviembre de 2008 | |

El Gringo

(22/05/1930 - 4/11/1975)



"Hago lo que hago porque quiero a la justicia. Si bien yo nací en una familia de pequeños propietarios y no he experimentado la injusticia que sufre tanta gente, tantos trabajadores, sé que no sólo lucha contra ella quien la padece, sino también quien la comprende. Claro que la represión la hemos sufrido nosotros también. Pero lo fundamental es que todos los que tenemos un concepto de justicia y equidad, debemos luchar para construir una nueva sociedad que permita al hombre salir de la enajenación a que lo conduce este sistema que afecta hasta el derecho de vivir. La mortalidad infantil, el analfabetismo, la deficiencia sanitaria, la falta de vivienda son parte de este sistema injusto".


Agustín Tosco





La última batalla de Agustín Tosco

(...)

Quienes estuvieron presentes cuentan que, pese a la multitud, en el lugar el silencio era abrumador. "Las palabras ya no valían nada", dice ahora, con voz entrecortada un viejo luchador sindical. La idea es trasladar el féretro hacia el panteón de la Unión Eléctrica. Frente a sus restos los oradores se aprestan a concluir el acto. Después de la dignidad del silencio, la dignidad de la palabra para despedir a un hombre digno. Habla en primer término una maestra, después un estudiante, con la misma claridad, con igual emoción. Más de uno llora sin darse cuenta, tal vez crea que es la lluvia que no cesa. Finalmente es el turno del secretario de la Unión Obrera Gráfica de Córdoba. En ese momento la policía y los matones inician el ataque. Golpes, culatazos, ráfagas de ametralladoras. Es el desbande. Muchos corren. Otros buscan seguridad tirándose cuerpo a tierra. Se ven mujeres con criaturas refugiándose detrás de las bóvedas. Hay heridos. Hay impotencia en la gente desarmada. Se impide trabajar a periodistas y fotógrafos. Se practican decenas de detenciones. En medio del desconcierto, una pareja busca con desesperación al hijo que se soltó de su mano. Es cuando un obrero de Luz y Fuerza, desafiante, grita: "Todos somos Tosco". "El Gringo vive." Habrá un silencio. Y luego, como un eco, como una tromba marina, el grito de todos: "El Gringo vive". Hay momentos que marcan la realidad, la convierten en símbolo y en historia. Este será uno de ellos.

¿Por qué durante tantos años en la lápida no se puso una placa con su nombre y apellido?

­ Pienso que fue una medida tomada por sus amigos para proteger sus restos, más de uno se la tenía jurada y esos tipos son capaces de cualquier barbaridad ­ responde el cuidador del panteón que guarda los restos de Agustín Tosco.

Es bueno recordar que cuando nos íbamos, habríamos dado unos cincuenta pasos, aquel hombre moreno y bajo, de pelo bravío, se acercó corriendo y agitado dijo: "Tengo un trabajo de mierda, de estar todo el día con la muerte mi vida se volvió una mierda... Pero yo tuve mi mejor momento y no lo olvido".

Prende un cigarrillo, y dice, y se desahoga. "Había una huelga general, los muchachos del cementerio también fuimos. Nos dispersaron a palos, la policía nos daba duro, de pronto me vi cerca de Tosco, era un gigante, me puse detrás y sin que él lo supiera le cuidé la espalda. Era un tipo hermoso, el Gringo.

En esa media hora de palos y palos me olvidé de la muerte y yo, que soy un cagón, no tuve miedo. Esta historia es lo mejor que tengo. ¿Qué cosa, no?".

Se volvió corriendo a su trabajo, pero de pronto se paró y casi a los gritos dijo: "Me llamo Justo, y a mi hijo le puse Agustín...".

No era el mejor lugar, pero lo vi reír.

Y después en un solo movimiento que fue lento en el inicio y decidido al final levantó su puño cerrado hacia el cielo.


Vicente Zito Lema





CANTO A TOSCO

Sí, Tosco, si, Agustín,
como hace la madera
con la tenacidad
de la flor que no cesa;
de ese modo Agustín
Tosco, como la tierra
de donde el cordobazo
alzó su polvareda.

Como ese grito crudo
que sale de los gremios,
de los talleres grises
y las Villas Miseria:
así, Agustín Tumulto,
de esa manera entera,
avanzamos contigo
y con la clase obrera. . .

Nadie sabe en qué aire
te volviste bandera
transparente, Agustín,
sangre de sangre nuestra,
cordobamente hermano,
para que el día vuelva:
contigo en cada nido,
en cada campanario
y el motín de palomas
que de tu sangre vuela.

Nadie se ha detenido,
nadie ha dicho: me rindo;
a cada santo y seña
tu multitud regresa.

Con los puños al aire
hacia la vida nueva
y tu overol azul
de Patria en Primavera.

Armando Tejada Gómez

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